
De vez en cuando hay que hacer un pequeño alto en el camino. Para los que trabajamos los fines de semana, tomarte un asueto de lunes a miércoles es parecido a irte de finde. Corto pero intenso y a veces suficiente para cargar pilar y volver a la carga. En este caso ha sido muy especial. Elegimos Vejer de la Frontera por proximidad pero alucinamos con lo que encontramos; un pueblecito espectacular.
Vejer de la Frontera se encuentra dentro de la ruta de los pueblos blancos de Cádiz y es uno de los más bonitos. Su centro histórico está hiper cuidado, muchas de sus casas se han reconvertido en casas rurales, posadas, hoteles con encanto. También los antiguos conventos se han transformado en hospederías o restaurantes, que también son otra maravilla. Las tiendas, sorprendentes. No te imaginas, en un pueblo tan pequeño, encontrar tiendas tan estilosas, con tan buen gusto en la decoración e iluminación y en los productos que venden. Lo más bonito, los contrastes, mitad historia y tradición, que tienen mucha y mitad modernidad y cuidado del medio ambiente, calles recién encaladas, ni un papel en el suelo, todo limpio y en armonía, sin estridencias…. Una maravilla.
No le falta ni castillo, ni iglesias, ni plaza de España, ni fachadas y patios llenos de flores, ni murallas de su antigua fortaleza. Lo malo o bueno, según se mire, son sus cuestas infinitas ya que está asentada sobre una montaña, y lo más apetecible es perderte por ellas, eso sí, cuesta arriba y cuesta abajo, pasando muchas veces por el mismo sitio ya que como buena construcción árabe, el entramado de las calles es sinuoso y laberíntico. Se nota que el turismo se ha convertido en su principal fuente de ingresos atraídos también por sus magníficas playas como la de El Palmar, Caños de Meca o la cercana de Barbate.
Me ha encantado conocer algo de su historia y tropezarme con una de sus vecinas predilectas, una mujer adelantada a su tiempo, Julia Relinque. Julia nació en 1929 en Madrid, descendiente del famosos vejeriego Juan Relinque que en el siglo XIII consiguió un importante legado para los habitantes de Vejer como es “Las hazas de la suerte” un peculiar sorteo donde el pueblo reparte lotes de tierra comunales para su explotación agrícola durante cuatro años, reparto que conlleva una fuerte cohesión social entre la población. Julia, licenciada en periodismo y amante del arte y la pintura, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, dedicó su vida al arte siendo una gran investigadora de nuevas técnicas, y materiales. Su número de premios nacionales e internacionales abruma. Julia Relinque acabó viviendo en el pueblo familiar, Vejer de la Frontera, convirtiéndose en su gran embajadora. Su historia y algo de su obra están expuestas en el Museo de la ciudad.
No nos vamos sin recomendaros su restauración. Hay muchos restaurantes buenos, casi todos los del casco antiguo pero a nosotro nos ha enamorado uno muy especial, La venta de El Toro, en la pedanía de Santa Lucía, antes de subir a Vejer. La zona es declarada Monumento Natural por la riqueza de su paisaje y por sus 5 molinos de agua del siglo XV y sus acueductos romanos en buen estado. Pues nada, pedir huevos fritos con patatas fritas y jamón de bellota, no os olvidaréis del lugar ni de la cocinera.
