¿Qué sería de nosotros los navegantes sin el viento? El viento nos lleva suavemente a nuestro destino o se obstina en que no lo alcancemos. Los que navegamos hemos sentido la energía del viento en muchas de sus facetas.

Sus dos grandes extremos: desde el viento ausente, en sus grandes encalmadas, hasta su versión más violenta, cuando su fuerza no deja de crecer y se alía con el mar, haciendo que la navegación pueda llegar a ser tarea imposible. Todos los navegantes a vela necesitamos del viento para navegar, pero evidentemente cuando sopla moderadamente, es cuando más disfrutaremos de él y de la mar.
Me gusta especialmente cómo el naturalista, militar y escritor, Antonio de Ulloa en el siglo XVIII, describía el viento según su dirección. Recordemos aquellas ilustradas definiciones:

- Viento por la proa es el que precisamente trae su dirección del mismo punto a que debe dirigirse el rumbo.
- El contrario es el que se le aproxima mucho o con la sola diferencia de una a tres cuartas en su dirección.
- Escaso, el que ni aun de bolina permite navegar al rumbo que debe hacerse y solo deja seguir alguno de los inmediatos.
- De bolina, es el que sopla desde las seis a las ocho cuartas o permite hacer rumbo de derrota, navegando de bolina.
- El ancho, el largo y el abierto el que viene en dirección que forma con la del rumbo un ángulo mayor que el de las seis cuartas de la bolina. Cuando este ángulo es recto, se dice viento a la cuadra que en lo antiguo llamaban cuartelado y cuando solo le faltan dos o tres cuartas para coincidir con la quilla por la parte de popa se dice por la aleta o por el anca.
- El de a popa o en popa el que se aproxima mucho al de en popa cerrado que es el que sigue rigurosamente la dirección de la quilla en el rumbo que hace la nave.
- El de travesía, que como se ve en esta voz adquiere su denominación relativamente a los parajes sobre que sopla, puede considerarse en la clase de los de por la proa contrarios y escasos o tiene analogía con ellos.
(Fuente: Wikipedia)
Hoy desde luego, ponemos menos prosa a la hora de definir la dirección del viento, pero es agradable recordar la narración en castellano puro de tan ilustre escritor.

Relato Marinero
‘¿Navegamos?’
-Alfonso, el capi (recuerda): ¡Que momento! Llegamos a puerto, con la ilusión de mozalbetes, con todo preparado para pasar el día navegando, acompañado de mis amigos. Es verdad que al consultar la previsión meteorológica, decía que iba a soplar un poco de levante y con rachas, con algo de ola,… pero no le damos más importancia, pues ya se sabe que la meteo siempre exagera un poco para que seamos precavidos. Las ganas de navegar son muchas, pues ha pasado más de un mes desde la última salida. Uno ya visualiza la ceñida, las viradas, las trasluchadas,… El barco necesita también hacer ejercicio ¡para estar vivo! Al caracolillo se le acabó la buena vida. Vamos a someterlo a la presión del agua, escorando a 7 nudos. Alguno se desprenderá y tendrá que buscar otro casco donde adherirse. Alegres e insustanciales pensamientos que recorren nuestra mente, según nos desplazamos por el pantalán, mientras el viento descoloca nuestros pelos (bueno los de algunos, otros andan con «cartón») y hace sonar al unísono una melodía muy especial de jarcias en Do Mayor in crescendo! Ya estamos aquí. Si pudiera hablar, ¿que nos diría nuestro barco? Está claro que me ha echado de menos. ¡Tantos días desperdiciados de navegación!, pero al fin, aquí estamos.
Entre todos se produce un breve pero a la vez, largo silencio.
-Fernando (el cauto): ¿Parece que sopla, eh?
Como fondo musical de esta frase lapidaria, las amarras de estribor, crujen en las cornamusas hasta registros imposibles, mientras las de babor, andan bastante relajadas.
-Pepe (el pesimista): Vamos a tener que currar para sacarlo y no pillar el muerto del vecino con la pala del timón, como nos pasó la última vez. Seguro que nos pasa lo mismo.
-Luis (el lanzado): Bueno, somos cuatro, no hay problema. Seguro que fuera hace menos viento. Vamos a salir cuanto antes.
-Alfonso: Bueno, poco a poco, vamos a ver como evoluciona todo.
El ánimo ya no es el mismo. Nadie lo quiere decir, pues son muchas las ganas de navegar, pero esto huele mal. La racha aumenta paulatinamente.
La tertulia de los cuatro se desarrolla en la bañera. Luis insiste en salir cuanto antes. Los demás no lo tienen claro. En este momento llega un velero de 44 pies con tres personas a bordo que se dispone a atracar, enfrente del barco de Alfonso. Enseguida vemos que la maniobra no va a ser fácil. El barco se atraviesa en la calle, mientras el marinero da consejos desde el pantalán y el patrón intenta gobernar. Nos quedamos observando la maniobra y echamos una miradita al anemómetro del barco: 22 nudos. Joder con la racha, dice Fernando.
Se oye al patrón del barco que intenta atracar:
-Me cago en la p… hélice de proa. ¡¡¡No funciona!!!
El barco apopado al viento, atravesado en la calle y a punto enganchar con la orza el muerto del vecino. Finalmente; objetivo conseguido. La orza se traba con el muerto. Después de 20 minutos de lucha y con la ayuda del chichorro de los marineros, consiguen liberar el muerto, enderezar el barco y meterlo en su atraque.
Ya en el pantalán, preguntamos al patrón del velero.
Fernando: Vaya movida, ¿eh? ¿Cómo está ahí fuera?
Patrón: ¿Fuera? Se ha montado un maretón de escándalo y está soplando de lo lindo, aunque la movida gorda la hemos tenido aquí como habéis visto. P… hélice de proa!
Reunidos los cuatro amigos, y a pesar de Luis, optan por ir a tomar unas cañas y dejar la navegación para otro día.

Moraleja:
Si se nos plantea la duda de salir a navegar, pero el viento «nos está diciendo» que no lo hagamos. Hagamos caso al viento.
«Más vale pasar el día en el puerto, deseando estar en la mar, que estar en la mar deseando estar en el puerto».
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Bueno, ahora que estamos en temporada náutica, vamos a hacer un rápido y breve repaso de los vientos dominantes del Mediterráneo. Todos los conocemos, claro, pero nunca viene mal recordar algo de ellos.
La cuenca mediterránea, está influenciada por muchos sistemas y por el relieve y orografía de cada zona. El Mediterráneo es un mar pequeño y muy impredecible, pudiendo originarse con frecuencia, cambios bruscos locales que pueden influir en una pequeña zona. Los vientos suelen soplar de W, NW, N y E, aunque todos se pueden ver modificados por la topografía del terreno. En el Mediterráneo se suceden calmas y temporales. En sus costas son habituales las brisas de mar y tierra de intensidades normales.
Un vistazo a sus vientos más destacables:

- TRAMONTANA (NW). A la tramontana también se la conoce como mestral, maestral o mistral, nombre que recibe en Francia y que además es allí donde se origina. La tramontana es un viento fuerte y seco. Frío en invierno y que puede resultar peligroso, dada la fuerza que puede llegar a tener. La tramontana se forma cuando coinciden la formación de una depresión secundaria en el Golfo de León o en el de Génova, al tiempo que discurre un frente frío cruzando Francia. El chorro de aire noroccidental generado, se comprime entre los Alpes y Pirineos en dirección a la cuenca del Mediterráneo, por lo que afecta a la costa norte de Barcelona, y especialmente fuerte en la costa septentrional de la costa Brava y en las costas nortes de Menorca y Mallorca, donde el peligro se agudiza especialmente al tener la costa a sotavento y con poco o ningún abrigo. La tramontana es especialmente peligrosa, pues puede hacer acto de presencia sin avisar y pillarnos desprevenidos. Desde que comienza a soplar, hasta convertirse en temporal, pueden pasar tan solo 15 minutos, en los que en un abrir y cerrar de ojos tenemos montada una F10 o incuso más. La buena noticia es que en verano no es tan frecuente su aparición como en invierno, pero no nos relajemos. Ojo avizor.
- PONIENTE (W). Este viento procede del Atlántico y se desplaza de W a E. A medida que avanza, pierde humedad y aumenta su temperatura. este viento también conocido por «vendaval», aparece cuando una depresión cruza España o Francia, originando que sople del SW al W, y se comprime en torno al estrecho de Gibraltar, afectando especialmente a las costas del S y SE de la Península. En alguna ocasión también sopla del NE. Los ponientes son más frecuentes desde finales de Otoño a principios de Primavera, aunque hay años, como éste, en el que la meteorología y los vientos no obedecen a los patrones establecidos. En España, el área más afectada por este viento es la que rodea en Estrecho de Gibraltar, como ya hemos comentado antes.

- SIROCO (S). Cuando una depresión se desplaza hacia el E o S de la costa norte de África, so origina este viento. Es un viento seco, cuando llega a la Península. En cambio, a las islas Baleares, puede llegar con un nivel alto de humedad, produciendo neblinas y nubosidad. También, si sopla fuerte, transporta polvo africano. En el SE de España se le conoce también como «Leveche». Es un viento más frecuente en verano que en invierno y no suele durar más de dos días.
- LEVANTE: Estamos ante el viento más nombrado en todas las costas mediterráneas. El levante nace en el Mediterráneo central, en zonas próximas a las islas Baleares. Su máxima velocidad, la alcanza en el Estrecho de Gibraltar, el «embudo entre Europa y África», donde frecuentemente deja lluvias en el este de las sierras de Cádiz, antes de bajar muy seco, sin humedad y con altas temperaturas a la vertiente oeste. Si pudiéramos hacer una estadística de las horas de navegación a vela en el Mediterráneo español, el levante ganaría por goleada.

- TERRAL: Este viento tiene un componente norte y se origina por el comportamiento diferente de la tierra
y el mar cuando absorben el calor atmosférico. Se produce cuando
desciende la radiación solar comienza a decaer, hasta desaparecer
totalmente. Como el agua del mar, tarda más en calentarse que la
superficie de la tierra, es cuando se produce un fuerte contraste
térmico en tierra, puesto que esta se enfría rápidamente. En
cambio, el mar sigue manteniendo el calor. En ese momento, el aire
caliente de la superficie marina se eleva a las altas capas, siendo
sustituido por el aire frío, que es arrastrado de tierra a mar. A este
flujo se le denomina terral. El terral con frecuencia, nos ayudará en
nuestra navegación nocturna a vela cerca de la costa, al igual que las brisas de mar durante el día.
Y hasta aquí el repaso de los vientos en la cuenca mediterránea.
El régimen de vientos en el Cantábrico lo tocaremos en algún artículo posterior. Nos encantaría que algún navegante del Cantábrico nos pudiera ilustrar sobre ellos con su versión particular. No obstante, permitirme una pequeña píldora para hablar de un viento muy especial sobre el que se podría escribir mucho. Me refiero a la Galerna, un viento que puede llegar a ser terrorífico.

- GALERNA: Este es un peligroso y violento viento que azota a la cornisa cantábrica y al golfo
de Vizcaya, y que aparece súbitamente en primavera y otoño, sobre todo
en días tranquilos y con sol. La galerna hace acto de aparición cuando
surge un frente de aire frío en el que sus vientos cambian con rapidez
de dirección. La temperatura desciende
rápidamente hasta 10 grados y la humedad aumenta hasta niveles muy
altos. Una galerna puede alcanzar velocidades de hasta cien kilómetros
por hora. La galerna es un viento traicionero, pues no avisa y aparece
como un «elefante en una cacharrería». Si nos pilla navegando, ya
podemos «apretarnos los machos».
Y no nos olvidamos de los Alisios. Que sería de las travesías a vela al continente americano, sin lo alisios. Bueno, pues no serían. Hoy el mundo sería diferente sin estos vientos. Colón, no habría podido arribar a las costas americanas. La conexión entre América y Europa, necesariamente se habría demorado.

- ALISIOS: Estos vientos conocidos internacionalmente como «Trade Winds», fueron descubiertos por los españoles a finales del siglo XIV. Es decir unos cien años antes del descubrimiento de América. Los Alisios nos permiten cruzar el Atlántico desde Canarias al Caribe a partir de Diciembre, cómodamente. En Enero y Febrero, encontraremos alisios más fuertes y menos cómodos para esta larga travesía.
- Estos vientos circulan entre los trópicos (30-35º) en dirección al Ecuador. desde las altas presiones subtropicales a las bajas ecuatoriales. La rotación de la Tierra desvía a los alisios hacia el occidente. Por este motivo soplan del NE al suroeste SO en el hemisferio norte y del SE hacia el NO en el hemisferio sur. Así pues las la ruta de las travesías a vela desde Europa a América, son por Canarias en rumbo directo al Caribe, o haciendo escala en Cabo Verde.
Todos sabemos que hay personas que son capaces de intuir con especial tino la proximidad de determinados fenómenos atmosféricos. Personas que conocen perfectamente su entorno medio ambiental y son capaces de adelantarse a las previsiones meteorológicas, antes de que sucedan. Es posible que conozcas a alguien, ¿verdad? Por ejemplo, yo no puedo olvidar el «olfato» que para las galernas tenía mi querido suegro, don Mateo Echevarría Trojaola, un vizcaíno amante del Cantábrico, que acertaba con sorprendente antelación la aparición de una galerna. Rara vez erraba en su predicción.
Buena Proa y Buenos Vientos.
Alberto Contreras
Director de A TODA VELA