Los secretos del atraque

Maniobras en puerto.

Atracar y desatracar un barco es un arte. Un equilibrio entre viento, corriente y precisión que distingue a un buen navegante de un aprendiz. Hay quien lo hace con calma, casi con elegancia, y quien lo convierte en un espectáculo de tensión y gritos. Pero no hay por qué sufrir: con paciencia, conocimiento y un poco de estrategia, cada maniobra en puerto puede convertirse en una coreografía perfecta.

Si quieres perfeccionar tus maniobras de atraque y ganar confianza en puerto, en este artículo encontrarás consejos clave para mejorar tu técnica. Además, te ofrecemos la oportunidad de entrenar con el mejor simulador de atraques del mundo: El programa de Maniobras en Puerto.

Esta innovadora herramienta te permite practicar virtualmente en un entorno seguro y realista, ayudándote a dominar cada maniobra antes de enfrentarte al desafío en el mar. ¡Prepárate para atracar con precisión y seguridad como un verdadero experto!

1. La calma es fundamental.

  • El puerto no es lugar para las prisas. Antes de iniciar cualquier movimiento, observa. ¿Tenemos viento? ¿De donde sopla? ¿Tenemos corriente? ¿Cómo están amarradas las embarcaciones cercanas?
    • Observación: una buena maniobra empieza antes de llegar. Estemos atentos a todos aquellos elementos que pueden hacer desplazar nuestra embarcación con más o menos fuerza por el viento o las corrientes, aunque estas influirán en aquellos abiertos, como los ubicados en los ríos.
    • Revisión de cabos y defensas: todo debe estar a mano. Tener las defensas listas y colocadas en los puntos adecuados del barco. Los cabos de amarre preparados si los llevamos a bordo. Si están en nuestro atraque, deberemos tenerlos localizados y a mano.
    • Planificación del atraque: ¿Atracaremos de proa o popa?, ¿muerto o pantalán? Si tu barco está en el Mediterráneo, tendrás un «muerto» para inmovilizar el barco después de atracar. En el Atlántico y Cantábrico en cambio, lo habitual es tener un finger lateral, pues con las mareas, los muertos no tiene ninguna utilidad para los amarres de los barcos. Evidentemente hay muchos factores diferenciales entre un puerto y otro. Y también entre un amarre y otro, dentro del mismo puerto.

2. El momento del atraque.

Aquí es donde muchos fallan. La clave no es la velocidad, sino el control. Un barco no tiene frenos, pero sí inercia. Un movimiento brusco puede ser suficiente para convertir un atraque tranquilo en una situación incómoda.

  • Velocidad mínima de gobierno: lo justo para controlar la embarcación sin comprometer la maniobra. Con poco viento, mínima arrancada. Con mucho viento, mayor arrancada y maniobra directa al atraque. Probablemente no podremos detener el barco para que no quede a merced del viento.
  • Comunicación con la tripulación: gestos claros, instrucciones breves. No hace falta gritar, pero sí coordinar. Bueno, quizás estemos atracando sin tripulación. También es posible. Como siempre, muchos factores, como el tipo y tamaño del barco, el tipo de atraque y sobre todo las condiciones meteorológicas, harán o no necesario contar con ayuda en el atraque.
  • Uso del propulsor y el timón: pequeños impulsos, sin nervios. Cada barco responde diferente y conocer su reacción a las maniobras marca la diferencia. ¡Ojo!, recuerda «no castigar la inversora». Pasa de avante a atrás y viceversa, pasando por el neutro un par de segundos al menos. De lo contrario estaremos castigándola. La avería de la inversora suele salir cara.

La influencia del viento en el atraque

El viento es el mayor enemigo a la hora de atracar o desatracar. Su dirección con respecto al barco y la posición de este serán determinantes a la hora de planificar la maniobra:

  • Viento de proa: facilita el control del barco, ya que reduce la velocidad y permite ajustes con pequeños impulsos de motor. Es una condición favorable tanto si se entra de proa como de popa, aunque en algunos casos atracar de popa puede requerir un mejor control del motor y la pala del timón.
  • Viento de popa: puede dificultar la maniobra al aumentar la inercia del barco. En estos casos, es fundamental calcular bien la frenada. Si el atraque se realiza de popa, hay que tener en cuenta que el viento empujará al barco más rápido de lo deseado, lo que puede hacer difícil el control en los últimos metros.
  • Viento de través: el gran desafío: si el viento incide de costado, puede desviar la proa o la popa en el último momento, obligándonos a reaccionar con precisión. En estos casos, el uso de propulsores laterales (si están disponibles) o una maniobra más decidida pueden marcar la diferencia. Además, si se elige atracar de popa, el viento de través puede hacer que la proa gire bruscamente en el último momento, dificultando la alineación con el pantalán.

Atracar de proa o de popa: ventajas y desventajas

  • Atracar de proa: facilita la maniobra en condiciones de viento fuerte, ya que la proa se controla mejor con el timón y el motor. Sin embargo, la salida del barco será más incómoda si el muelle es alto, y puede ser difícil acceder a la popa si hay una plataforma de baño.
  • Atracar de popa: permite un desembarque más cómodo y un mejor acceso a la embarcación, especialmente si se tiene plataforma de baño. Sin embargo, con viento de través o de popa, la maniobra puede complicarse si no se tiene suficiente control sobre la hélice y la respuesta del barco.

Con todas estas variables en cuenta, una maniobra bien planificada y ejecutada hará que el atraque sea un éxito, evitando problemas innecesarios y garantizando una llegada segura.

3. El amarre perfecto

Lo más difícil ya está hecho: Una vez enfilado el atraque con éxito, hemos superado la parte más compleja de la maniobra. Sin embargo, todavía hay factores externos que pueden comprometer el resultado final.

Seguridad en atraques mediterráneos y oceánicos: Si nuestro barco queda flanqueado por otros barcos (atraques mediterráneos) o por un barco a un lado y un finger al otro (puertos oceánicos), la estabilidad está asegurada, ya que el barco queda inmovilizado por ambas bandas.

Cuando hay bandas despejadas: El verdadero desafío surge cuando una o ambas bandas están despejadas. En este caso, si el viento incide de forma desfavorable, el barco podría abatir hacia el lado libre. Para evitar desplazamientos no deseados, es fundamental actuar con rapidez y asegurar el barco lo antes posible.

Opciones según el tipo de atraque: Dependiendo de la configuración del puerto y del amarre disponible, podemos recurrir a distintas soluciones:

  • Un cabo al través desde el finger.
  • El uso del muerto si está disponible.
  • Un cabo hacia el barco vecino si la situación lo permite.

Refuerzo del amarre: la clave de la tranquilidad: Amarrar bien no significa simplemente sujetar el barco. Es garantizar que se mantenga seguro ante cualquier eventualidad. Para ello, hay algunas recomendaciones clave:

  • Uso de cabos adecuados: elegir cabos de la longitud y resistencia apropiadas según el tipo de barco y el entorno del puerto.
  • Tensado equilibrado: un cabo demasiado flojo permitirá movimientos indeseados, mientras que uno demasiado tenso puede generar esfuerzos innecesarios en las cornamusas.
  • Protección contra roces: utilizar guardacabos o mangueras protectoras en los puntos de fricción para evitar que los cabos se desgasten prematuramente.

Adaptarse a cada puerto: No todos los atraques son iguales. Algunas dársenas presentan condiciones particulares que requieren ajustes específicos en el amarre. Conocer las opciones de fijación te ayudará a optimizar la maniobra y evitar contratiempos.

4. Soltar amarras con elegancia

Si atracar tiene su técnica, desatracar también la tiene. No basta con soltar cabos y esperar que el barco se desplace por arte de magia. Una maniobra de salida mal planificada puede convertir un desatraque en un caos de última hora. La clave, como siempre, es la preparación, la calma y la ejecución precisa.

Liberación de cabos en orden y con control

Antes de soltar amarras, debemos planificar cada movimiento para evitar que el viento o la corriente nos jueguen una mala pasada:

  • Suelta progresiva: nunca debemos liberar todos los cabos a la vez. Lo ideal es soltar primero los cabos que no afectan la estabilidad del barco y dejar el último el que nos mantiene en control.
  • Identificar el cabo clave: en algunos casos, mantener un cabo hasta el último momento puede ayudarnos a controlar la salida y evitar que el barco derive antes de tiempo.
  • Evitar enredos: asegurarnos de que los cabos no queden atrapados en la hélice o en elementos del pantalán puede ahorrarnos sustos de última hora.

Maniobra de escape según el entorno

Cada puerto y cada situación requieren una estrategia de salida diferente. Hay que tener en cuenta el viento, la corriente y el espacio disponible:

  • Salidas con viento de proa o de popa: si el viento viene de proa, será más fácil salir en línea recta; si viene de popa, necesitaremos más control en la aceleración para evitar que el barco gire sin control.
  • Viento de través: el gran desafío: si el viento incide de costado, hay que calcular el momento exacto en el que soltar el cabo de referencia y utilizar el timón y el motor con precisión para evitar abatir contra los barcos vecinos.
  • Espacio reducido: en puertos con poco margen de maniobra, es recomendable utilizar la hélice de proa (si dispones de ella) o realizar maniobras en dos tiempos para ganar ángulo de giro.

Salir sin alterar el entorno

Un navegante experimentado no solo controla su barco, sino que también respeta a quienes lo rodean. Una salida bien ejecutada es aquella que pasa casi desapercibida:

  • Avisar con antelación: si el puerto está concurrido o hay riesgo de interferir con otros barcos, una señal clara a la tripulación de barcos cercanos evitará sorpresas.
  • Sin acelerones bruscos: acelerar de forma repentina no solo es innecesario, sino que puede generar estela y movimientos indeseados en barcos cercanos.
  • Cuidado con las corrientes de marea: en algunos puertos, la corriente puede cambiar en cuestión de minutos. Un buen marinero tiene en cuenta estos factores antes de soltar el último cabo.

Última mirada atrás

Una vez fuera del puerto, un navegante precavido hace una última comprobación:

  • ¿Se han recogido correctamente las defensas y los cabos?
  • ¿Ha quedado algún cabo en el pantalán por error?
  • ¿El barco responde bien a los mandos tras la maniobra de salida?

Cuando todo está en orden y el puerto queda atrás, podemos respirar tranquilos. Zarpamos sin prisas, sin errores, con la elegancia de quien domina su barco.


¡A mar abierto, navegante!